Hace ya más de diez años los bancos y demás entidades de créditos prestaban dinero con suma facilidad, peor eso se acabó con la crisis económica del 2008.
Desde entonces, los requisitos que se exigen a la hora de solicitar un préstamo se han vuelto más rigurosos, dejando a muchas familias y negocios sin financiación.
Hoy queremos ayudarte aconsejándote en cómo pedir un préstamo, en qué casos hacerlo, y qué alternativas puedes usar cuando solicitar un préstamo no sea posible.
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Préstamos y créditos
Es muy habitual que en un momento dado de la vida se necesite un dinero extra, bien sea para afrontar un pago inesperado, para comprar una casa o cualquier otro artículo de gran valor.
En estos casos lo más normal es recurrir a contratar financiación externa.
Actualmente se pueden encontrar muchas alternativas para ello, como préstamos bancarios, el aplazamiento que permite la tarjeta de crédito, los créditos rápidos, etc. En todo caso siempre es recomendable leer bien los contratos, y sobre todo la letra pequeña.
Diferenciar entre préstamos y créditos
Normalmente se utilizan ambos términos como sinónimos, pero en sentido técnico hacen referencia a dos instrumentos de financiación distintos.
Los préstamos consiste en una operación en la que un prestamista concede una cantidad de dinero al prestatario, el cual deberá devolverla, con ciertos intereses, bien en un solo pago, o a lo largo del tiempo a plazos.
En cambio, los créditos funcionan poniendo a disposición del cliente una cantidad, y él mismo ira usándola en función de sus necesidades. Solamente se tendrán que pagar los intereses de las cantidades utilizadas, y una comisión por el dinero disponible, pero no utilizado.
Clases de préstamos y créditos
Existen muchos tipos de préstamos y créditos, que atienden a distintos aspectos como la duración, la finalidad, si necesitan una garantía, etc. Vamos a repasar los más comunes, y más utilizados por la mayoría de las personas.
Préstamo personal y de consumo
Un préstamo personal es aquel que concede una entidad bancaria a un consumidor. No necesita especificarse para qué va a ser utilizado, y se devolverá de forma aplazada en cuotas, que además llevarán incluidos los intereses.
Aunque normalmente se usan para emergencias o para costar una necesidad concreta, como la compra de un coche o un curso.
Un tipo especial de estos préstamos son los créditos al consumo, que se pueden contratar para hacer compras o adquirir servicios.
Un préstamo personal ofrece una cantidad más reducida que una hipoteca o que un préstamo para empresas, por lo que también tendrá un plazo de devolución más corto.
Préstamo rápido
El préstamo rápido es muy útil cuando se quiere conseguir cantidades pequeñas de dinero de forma rápida. Además tiene la ventaja de no requerir mucha solvencia, aunque normalmente se exige firmar un seguro para protegerse de un caso de impago.
Al ser rápidos y no poner muchos requisitos, suelen conllevar tipos de interés muy elevado, llegando a rondar el 20 %. También tienen a su favor que no suelen tener comisiones de apertura ni de estudio, ambas muy habituales en el resto de créditos.
Préstamo derivado de la reunificación de deuda
Esta clase de préstamo se suele conceder por un intermediario financiero, aunque también es posible contratarlo con el banco directamente. El banco o el intermediario negociarán con las entidades con las que tengas deudas pendientes, para unir todas las deudas en un solo préstamo, con unos intereses mejores.
Un requisito indispensable para esa clase de préstamo es contar con un inmueble, que será hipoteca o rehipotecado para servir de garantía al nuevo préstamo unificado.
Préstamo hipotecario
Los préstamos hipotecarios tienen una finalidad muy específica, adquirir una casa. Como se necesita una gran cantidad de dinero, el banco exige una garantía real.
Dicha garantía es el propio inmueble, que pasará a manos de la entidad bancaria, si el prestatario no hace el pago de las cuotas del préstamo.
Préstamo para empresa
Cuando quien va a solicitar un préstamo es una empresa, los bancos piden algunos requisitos extra, como:
- Presentar un plan de viabilidad que demuestre que el dinero solicitado se va a recuperar a través del nuevo proyecto.
- Tener un informa de la situación actual del negocio, para ver si es de nueva creación o ya ha tenido deudas antes, y como ha respondido a ellas.
Los tipos de intereses que se aplican a las empresas suelen variar, y depender directamente del proyecto al que está destinada la inversión.
Préstamo ICO
ICO hace referencia al Instituto de Crédito Oficial, que es el organismo público encargado de promover e impulsar la actividad económica del país.
Aunque ofrecen una financiación bastante superior a los préstamos bancarios para empresas, también necesitan un informe detallado sobre la capacidad del prestatario para devolver el capital prestado. También se tiene que especificar a qué se va a destinar el préstamo y qué tipo de negocio se desarrolla.
Los tipos de interés dependerán del resto de condiciones, del plazo y de la carencia (plazo temporal en el que no se exige el pago de ninguna cuota).
Solicitar un préstamo personal
Una vez vistos qué son los préstamos y los tipos más habituales, vamos a centrarnos en el préstamo personal, que es el que normalmente solemos pedir.
Hacer la solicitud de un préstamo personal es una decisión importante, que no se puede tomar a la ligera. Por eso, hay que prestar atención a una serie de condiciones y características, lo que te ayudará a saber qué préstamo es el apropiado.
No solo hay que fijarse en los intereses, hay otros costes que necesitan ser estudiados.
Tipo de interés
Las tasas de intereses más reseñables son:
Tipo de Interés Nominal (TIN)
Que es el porcentaje que aplicamos para hacer el cálculo de los intereses de cada periodo.
Tasa Anual Equivalente (TAE)
Sirve para tener una idea más completa del coste del préstamo. Tiene en cuenta el TIN y otros gastos.
Coste Efectivo Remanente (CER)
Al igual que la TAE, se utiliza para saber lo que cuesta un préstamo realmente. La diferencia está en que solo se calcula sobre el plazo de tiempo que queda hasta el vencimiento.
De todos estos tipos de interés, la TAE es el que va a dar una mejor idea de lo que te va a costar en realidad pedir el dinero.
Gastos y comisiones
Todos los préstamos y los créditos conllevan gastos comisiones, normalmente, específicas para cada clase. Vamos a repasar los más habituales.
Comisión de estudio
Esta se paga para compensar los gastos en los que incurre la entidad bancaria para analizar la solicitud de préstamo, y decidir si concederlo o no.
Comisión de apertura
Esta comisión se destina a cubrir los gastos administrativos que surgen a la hora de formalizar una operación de financiación.
Comisión por modificación de condiciones o cambio de las garantías
Cambiar una o varias condiciones de un préstamo que ya está en curso, requiere de un nuevo análisis de las condiciones. Esta comisión cubre los gastos que ello conlleva.
Gastos por reclamación de posiciones deudoras
Hay que pagar estos gastos cuando se incurre en un impago, ya que se destinan a compensar los costes ocasionados a la entidad cuando tienen que reclamar el reembolso.
Comisión por cancelación o reembolso de forma anticipada
Cuando se termine de pagar el préstamo antes de tiempo, hay que compensar al banco por el importe que deja de recibir (las cantidades que se iban a devengar por el tipo de interés devengado).
Requisitos para lograr un préstamo personal
Si te estás planteando solicitar un préstamo personal a un banco o a cualquier otra entidad financiera, un paso esencial es evaluar tu propia situación económica, para estar seguro de que cumples con los requisitos para acceder a un producto de financiación.
Estas condiciones o requisitos que van a poder exigir las entidades financieras, dependerán enormemente de su política de riesgos, del importe que se solicite, y del plazo que se quiera mantener.
Aun así, podemos encontrar ciertas condiciones muy habituales:
- Ser mayor de edad y residir en España
Este es el requisito más básico de todos, aunque es normal que a veces se exija una edad mínima algo superior como los 21 o 25 años. También es común que no se concedan préstamos si se pasa de los 75 años, cuando acabaría la deuda.
Demostrar tu edad es lo más sencillo, solo necesitas una fotocopia del DNI y presentar el original.
- Tener un nivel de ingresos adecuado
Ninguna entidad bancaria estará dispuesta a ser prestamista de alguien que no recibe ingresos de forma regular. Se supone que sin una fuente de ingresos constante, no se es capaz de pagar las cuotas del préstamo personal, ni los costes y suministros cotidianos.
A este respecto, los trabajadores con nómina o las personas con una pensión, tienen más posibilidades de acceder a la financiación, pues sus ingresos son estables.
- Poseer un buen historial crediticio
La probabilidad de que te concedan un préstamo personal dependerá también de si ya se tiene algún otro producto financiero contratado y de sí se han devuelto los que anteriormente se tenían.
Con relación a este historial crediticio, también se exige no aparecer en ninguna de las listas de morosos, como ASNEF o RAI. Es lógico pensar que un banco no querrá correr el riesgo de conceder un crédito a una persona que ha demostrado que no los devuelve.
Además, no es nada raro que un banco exija por lo menos ser cliente de la entidad, e incluso puede pedir que se adquieran productos vinculados como una tarjeta de crédito o un seguro de vida.
Riesgos de un préstamo personal
Ha quedado claro que un préstamo personal es una inyección de financiación muy práctica para momentos de emergencias económicas, o para poder hacer la compra de algún producto que se sale del presupuesto normal.
Sin embargo, solicitar un préstamo personal no es una operación exenta de riesgos, que debes tener presente.
Pedir un importe de capital que no puedes devolver
Antes de pedir cualquier préstamo, tienes que preguntarte si lo necesitas en realidad, y si lo vas a poder devolver.
Se presume que cuando alguien necesita pedir dinero prestado, es porque verdaderamente lo necesita; pero como últimamente muchas entidades de crédito ofrecen sus productos a muy buenos precios, sin comprobar la situación económica de los clientes, muchos se ha animado a pedir préstamos, que luego no va a ser capaces de pagar.
Es esencial que seas realista con tu situación y que seas consciente de los recursos financieros de los que dispones a corto y medio plazo, para saber si estás en la posición correcta de asumir una deuda.
Acumular deudas
Te sorprendería saber la cantidad de personas que acuden a los préstamos y a los créditos para costear compras de objetos que no son totalmente necesario, como el último modelo de consola o de smartphone que acaba de salir al mercado.
Esto solo compromete la economía individual y familiar.
Los bancos y demás entidades de crédito son negocios al fin y al cabo, por lo que aprovechan esta situación ofertando a sus clientes productos financieros como pueden ser una tarjeta de crédito, o una línea de crédito, o el propio préstamo personal.
Deberás tener cuidado con crearte la falsa imagen de seguridad que da el haber devuelto un préstamo en el pasado. Que lo hayas podido hacer en un momento dado, no significa que lo puedas hacer actualmente. Tampoco debes permitir acumular tantos préstamos con sus cuotas y plazos, que no puedas pagar.
Falta de información
Gracias a la tecnología, hoy podemos acceder a una fuente de información global, internet. No obstante, hay que ser cuidadoso a la hora de investigar online, ya que muchas veces encontramos información desfasada, confusa, o directamente falsa.
Lo mejor para obtener la información más fiable con respecto a los productos financieros disponibles, es acudir a las páginas webs de los bancos o a sus oficinas físicas.
De todos modos, nunca dejes de leer el contrato de préstamo, y sobre todo presta atención a la letra pequeña.
Riesgos derivados de tu propia situación económica
Como hemos explicado antes, que tu nombre esté incluido en algún fichero de morosos, como ASNEF o RAI, va a dificultar mucho que te concedan un préstamo. Por eso antes de solicitar nada, conviene informarse de la situación económica propia.
Puedes consultar las listas de morosos haciendo una solicitud en sus páginas web, por escrito o por teléfono. Además, no está de más hacerte con los últimos extractos de tu banco para ver tu capital y cómo evoluciona a lo largo del tiempo.
Consejos a la hora de pedir préstamos
Ya hemos repasado los requisitos y riesgos que tienen los préstamos personales, y ahora queremos darte las mejores recomendaciones para cuando vayas a pedir un préstamo personal.
No pedir más dinero del necesario
Hemos reiterado varias veces la importancia de no endeudarse por encima de las propias posibilidades. Pero es que en ocasiones llegaba a ocurrir que acudías a tu oficina bancaria habitual a por cierto importe, y era el propio banco el que te ofrecía más cantidad, y por aprovechar la oportunidad se terminaba aceptando una deuda mayor a la esperada.
Actualmente, esto ha cambiado bastante, pues las entidades bancarias ahora son más reacias a dar préstamos, por lo que solo queda poner de tu parte y pedir solo lo estrictamente necesario.
No olvides que cada cuota que pagas está destinada a reembolsar el importe recibido, pero además también se tienen que cubrir los costes creados por el tipo de interés aplicado y demás costes propios de la operación.
Devolver el importe lo más pronto posible
A la hora de negociar con la oficina bancaria el plazo de devolución del préstamo, intenta que este sea lo más reducido posible. Ten en cuenta tus ingresos habituales para analizar si la cuota periódica es asumible.
Además cuando ajustas al máximo el plazo de amortización, consigues reducir el riesgo que percibe el banco, lo que se traduce en un tipo de interés (TIN) más reducido. En realidad, el plazo de devolución es uno de los aspectos que más pueden encarecer el precio de los préstamos.
Lo ideal es pagar una cuota de mayor importe, durante el menos tiempo posible, para conseguir un préstamo económico.
No retrasarse en los pagos
El deber principal que adquieres cuando contratas un préstamo, es devolverlo como y cuando hayas acordado.
Si te retrasas a la hora de pagar, aunque sea de una cuota, la entidad bancaria puede imponerte penalizaciones, aplicando intereses de demora, que normalmente son bastante más altos que los ordinarios.
Cuando dejas de pagar una cuota, esta deuda no desaparece, solo aumenta, y si esta situación se sigue repitiendo, puede desembocar en el embargo de tus bienes.
Demostrar que la finalidad es conveniente
Puedes encontrar que muchas oficinas bancarias no preguntan para qué quieres el dinero, pero esto solo ocurre habitualmente para cantidades muy pequeñas.
Lo más normal es que quieran saber en qué vas a emplear el importe prestado, pues dependiendo para qué sea, puede llegar a proporcionales cierta seguridad. Es decir, no es lo mismo que busques financiación para cubrir deudas que para comprar una casa, un coche o pagar un máster. Es más, los bancos cuentan con préstamos específicos para ciertos gastos, con condiciones muy favorables.
Si puedes, acredita con cualquier tipo de documento la finalidad a la que vas a dedicar el dinero.
Evita el dinero rápido
Es verdad que cuando pides un préstamo, este tardará unos días en aprobarse. También te pedirán bastante documentación que acredite que cuentas con los ingresos necesarios, como por ejemplo unas nóminas, la pensión, el contrato de trabajo, facturas o extractos bancarios.
Puede que en la televisión o en Internet hayas visto algún préstamo online, con unas condiciones inmejorables, sin tener que aportar garantías de pago, y que además te proporcionan el dinero rápidamente. Mucho cuidado, normalmente esconden tipos de interés muy altos o comisiones abusivas, ya sea la comisión de apertura desorbitada.
Presta atención a la TAE
Como hemos explicado anteriormente, fijarse únicamente en el tipo de interés (TIN) que se aplica a los préstamos, no da la idea adecuada de lo que te va a costar la operación.
Otros añadidos como las comisiones, tener que contratar un seguro de vida o la tarjeta de crédito del banco, o cualquier otro gasto, se deben tener en cuenta.
Por eso has de fijarte en la TAE, que contempla todos estos costes.
Compara
Para conseguir la mejor operación financiera, debes comparar cuantos préstamos puedas. Como hemos explicado en el punto anterior, el mejor indicador de lo que cuesta realmente un préstamo es la TAE, y de hecho, esta es la tasa que usa el simulador de la página web del Banco de España para comparar préstamos.